viernes, 14 de agosto de 2009
7
Juan se acordó que sabía volar, así que se puso a volar. Voló por la casa dando vueltas y vueltas, hasta que dió vuelta con el pie una lámpara que cayó fuertemente al pavimento y se hizo pedazos. Es peligroso volar en la casa, pensó Juan, así que salió volando hacia la calle. Se puso a volar en el sentido del tránsito para no ser demasiado insensato. Dobló por 7 Norte con 1 Oriente y se metió hacia Libertad. Juan volando se elevó por sobre el semáforo y por sobre el edificio. Los edificios se ven más bonitos desde arriba, pensó. Habían personas desnudas en las azoteas y también hombres-gato. Los hombres-gato lo saludaban con sus manos-garras, levantando sus brazos-pata y moviendo con alegría sus colas-nada. El pavimento también se veía bonito, a pesar de todo. Entonces Juan se acordó de la lámpara, y se acordó que no sabía volar.
sábado, 8 de agosto de 2009
Rutina diaria de un bípedo terrícola (primera parte)
por Cehrfn J. Xchfntttttk
La jornada promedio de un humano (como suelen llamarse), por lo general inicia tan solo después de que este despierta. Esto se debe a que, a diferencia de otras especies más evolucionadas, los humanos no resultan demasiado hábiles ni productivos durante estados de inconsciencia. Dormido, el humano es incapaz de realizar actividades sencillas como conducir vehículos de tierra o esnorgar cantinplejos oxales.
Una vez despierto, el humano debe efectuar labores de mantenimiento sobre su organismo, tales como podar brotes de vellosidades o controlar el flujo de secreciones fragantes que el mismo organismo produce. La acción de purgar dichas secreciones (mediante el uso de líquido y desinfectante) se conoce como ‘aseo personal’. En seguida el humano procede a cubrir su estructura física con diversos tipos de telas, cuya cantidad y grosor dependerá de las características climáticas de su entorno inmediato. Debido a su tendencia a asentarse en hábitats poco adecuados para su constitución fisiológica, rara vez pueden los humanos permitirse deambular al descubierto.
Otra labor de mantenimiento que el humano debe realizar a diario es la ingestión (usualmente oral) de productos químicos conocidos como ‘nutrientes’. Ya que es completamente dependiente de estos nutrientes para sobrevivir, resulta esencial para el humano mantener un balance en el consumo de los distintos tipos de sustancias, tanto sólidas como líquidas, que los proveen. Una vez que el humano se encuentra despierto, aseado, cubierto por telas y abastecido de químicos, ya está preparado para dejar su cubil o madriguera, generalmente atravesando aperturas conocidas como ‘puertas’. Generalmente.
(Continúa en la página D34)
La jornada promedio de un humano (como suelen llamarse), por lo general inicia tan solo después de que este despierta. Esto se debe a que, a diferencia de otras especies más evolucionadas, los humanos no resultan demasiado hábiles ni productivos durante estados de inconsciencia. Dormido, el humano es incapaz de realizar actividades sencillas como conducir vehículos de tierra o esnorgar cantinplejos oxales.
Una vez despierto, el humano debe efectuar labores de mantenimiento sobre su organismo, tales como podar brotes de vellosidades o controlar el flujo de secreciones fragantes que el mismo organismo produce. La acción de purgar dichas secreciones (mediante el uso de líquido y desinfectante) se conoce como ‘aseo personal’. En seguida el humano procede a cubrir su estructura física con diversos tipos de telas, cuya cantidad y grosor dependerá de las características climáticas de su entorno inmediato. Debido a su tendencia a asentarse en hábitats poco adecuados para su constitución fisiológica, rara vez pueden los humanos permitirse deambular al descubierto.
Otra labor de mantenimiento que el humano debe realizar a diario es la ingestión (usualmente oral) de productos químicos conocidos como ‘nutrientes’. Ya que es completamente dependiente de estos nutrientes para sobrevivir, resulta esencial para el humano mantener un balance en el consumo de los distintos tipos de sustancias, tanto sólidas como líquidas, que los proveen. Una vez que el humano se encuentra despierto, aseado, cubierto por telas y abastecido de químicos, ya está preparado para dejar su cubil o madriguera, generalmente atravesando aperturas conocidas como ‘puertas’. Generalmente.
(Continúa en la página D34)
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